Una muy extraña pesadilla

El Señor de las Moscas y Quetzalcóatl

Este blog tiene mucho trabajo de mi parte, y no puedo negar que hay algo de mi persona en él, especialmente si tomo en cuenta mis escritos, pero siento que esto no es suficiente, muchas personas tienen bitácoras para hablar de si mismo, cosas que a mi no me anima mucho, mi existencia no es muy entretenida; pero hoy haré una concesión y dejaré de lado aquellas ideas y plasmaré algo de mi aquí.

Según una serie de programas que vi en el unico y mejor canal cultural de mi país, conocido como Vale TV, el cual tiene unos cuantos defectos que son: A) pertenecerle a la Iglesia Católica, B) no tener una señal con la suficiente fuerza para llegar de forma abierta y libre a todos los rincones de esta nación. A pesar de estos defectos este canal es excelente; y allí vi varios programas sobre grandes escritores, especialmente los del genero de terror, y en ellos, especialmente en los dedicados a Drácula y Frankenstein se nos cuenta que los autores de tan magnificas obras (debo confesar que Drácula ha sido leído por mi alrededor de siete veces y aún no me canso de él, mientras que no he leído Frankenstein, cosa que debo hacer) (¡Qué Vergüenza!) sufrieron unas series de pesadillas que los inspiraron a escribir sus novelas.

Yo he tenido recientemente una pesadilla, pero no sé por que, atribuiré la culpa a la ingente cantidad de lecturas que debo hacer con frecuencia para rendir en las diferentes cátedras que veo, pero mi pesadilla no me inspiro nada, salvo miedo y el hecho de que aún no la olvido. Cómo soy colaborador escribí mi pesadilla y la plasmo aquí, espero que inspire a alguien, le demuestre a los demás lo loco que estoy (si alguien ya sea psicólogo o brujo interpreta sueños no pondré pero a que interprete esta pesadilla) o que sirva de registro y cuando la vuelva a leer, tal vez mucho tiempo después, me inspire a mi. Sin más preámbulo mi más reciente pesadilla:

“Me encontraba yo en un salón ligeramente iluminado que me recordaba una catedral gótica, con muchos elementos notorios y rebuscados, aquella iglesia vieja y abandonada inspiraba en mi un terror atávico, la idea de ver las estatuas de los santos me excitaba a la vez que me producía un vació en la boca del estomago. Debo confesar sin pena alguna que le temo a las imágenes religiosas, mientras más grandes, morbosas y sangrientas más temor me dan, pero en cierta medida mi curiosidad y mi deseo de saber más sobre los elementos místicos de las diversas religiones me impulsa a saber de ellas y verlas, es sin duda un maldito circulo vicioso y masoquista. Me hallaba yo en aquella iglesia con un grupo de personas que decían pertenecer al Culto del Señor de las Moscas, yo estaba realmente interesado en saber de que iba aquel culto.

Los miembros vestían de blanco y se trataban como iguales, había un trato amoroso y unas chicas muy hermosas en su simpleza, se daban palmadas y hablaban en tonos suaves y dulce, se llamaban hermanos y se besaban en las mejillas con toda confianza. Fui besado por jovencitas y jovencitos, todos me mostraban su aprobación y decían que así se transmitían sus buenos deseos y secretos. Estaba extasiado con aquel trato, realmente comenzaba se sentirme compelido a pertenecer a ellos, mi curiosidad cedía terreno frente aquellas muestras de aprecio por parte de aquellos desconocidos. Al final dejaron de tratarme así y comenzamos a hablar del rito de iniciación, comenzaron a darme las indicaciones para superarlo y yo comencé a tomar nota.

Este rito era sin duda complicado, suponía estar cerca del trono y el altar de aquella iglesia; volví a pensar en acércame a las estatuas y el miedo me invadió, uno estaría oculto en las sombras y el Señor de las moscas, que aún no aparecía, estaría sentado en el altar y expuesto a la luz. Él comería algo extraño y lentamente se iría transformando en un ser monstruosos, acto seguido quienes estábamos en la penumbra, levantaríamos nuestras vistas y observaríamos con todo detalle aquel horror. Experimentar aquel miedo era exponerse a la verdad. La idea de ver algo así me asusto, no puedo negarlo, pero luego me reconforte. Creo que aquello fue el resultado de mezclar mi curiosidad, mi ego y mi estupidez.

Me ubique en el sitio donde me correspondía, sentado en una silla en los oscuro con la vista en mis rodillas, al cabo de un reto llego un condiscípulo y me reto a no demostrar mi terror cuando observarse al Señor de las Moscas en toda su majestad; herido y retado acepte e hice ruido. El Señor de las Moscas había llegado e iniciaba su rito y mi acto llamo su atención, se acerco a mí y lo pude ver. Era un hombre de piel color apio con los rasgos propios de los indígenas suramericanos; no pude dejar de pensar en los incas. Me tomo de los antebrazos y me acerco un poco al trono, sin alejarme de las sombras. Me pido que me arrodillara y dijo que había algo especial en mí.

Hice lo que se me indico me postre a sus pies mientras el comenzaba el ritual, de vez en cuando levante al vista lentamente unos segundos y observe como se iba transformado en un monstruo. Una vez terminado el rito se acerco a mí. Era gris y estaba cubierto de un légamo rojo, sus cabellos eran trenzas de grises y delgadas de aspecto carnoso que le cubrían el cuerpo, sonreía mostrado una rista de dientes afilados y una boca llena de aquel limo rojo. Me aterrorice y no pude moverme, él se regodeó en mi temor, me tomo por los brazos mientras sonreía insistentemente. No pude más, frente a la imposibilidad de huir me libere de sus garras y lo golpee en el pecho; se escuchó el clamo de los acólitos, horrorizados frente a semejante atrevimientos; aquel monstruo no se inmutó aquello parecía emocionarlo más y mas.

De repente me erguí, mis ojos se volvieron amarillos (¿Cómo lo sé? pues no lo se son cosas de los sueños ¿No?) y con un extraño y súbito arranque de valor le grite- Yo Soy Quetzalcoatl, témeme tu- la bestia trato de escapar, pero sin pensar en lo repugnante que era lo tomo por el brazo y lo atraje hacia mi espacio personal mientras repetía una y otra quien yo era y observaba como el terror deformaba aquel rostro…