La Legión Nº6: La Oscuridad

Portada: Damian Amra

Historia: Damian Amra

Puedo ver el vacío, el silencio de la celosía celestial; Miles mundos diversos, Miles de historias diferentes con resultados Impredecibles. Pero todos los mundos están entrelazados en un solo multiverso, lo que ocurre en uno afecta a los Otros…… De maneras Extrañas. Decisiones que giran la balanza, el equilibrio se rompe y los dioses solo son piezas desechables del orden y el caos en la danza eterna de los eones.

 ¿Qué mano inmortal forjo tu simetría?

AÑO 98 Después del Diluvio.

En algún lugar del mundo – No conocido…..Por nosotros– La lluvia cae  violentamente en las pequeñas tiendas de los nómadas, se apresuran a drenar el agua antes de que los postes se rompan y toda la tienda se desarme en un instante.

El Monzón azota toda la costa del Mediterráneo, llenando de agua La Gran Selva, Trav lav Al ka VIRA con sus imponentes palmeras y su bambú, que florece cada año y no se extingue jamás, entre las grandes extensiones de estos bosques de bambú, los nómadas buscan el sustento diario con la caza y la recolección, gente sin raíces, pero que conocen absolutamente cada rincón de la Gran Selva Esmeralda, donde los grandes depredadores como el León y El tigre devoran a quien se distrae solo un instante.

El Patriarca yace en la cama de hojas y bambú; su primogénito entra en ella empapado del líquido celestial luego de revisar a los centinelas y el perímetro; su rostro denota consternación al saber que se acerca la hora del Patriarca, y con ello la responsabilidad de un reino recaerá sobre él.

Una de las esposas lo recibe y lo seca rápidamente; otra le otorga la bata de seda y él se sienta ante su padre, quien carga con 400 años de edad; miles de hijos, un imperio de sangre y un oculto secreto.

 —Rápido Aldebarán,  casi estoy a punto de dejar este plano, no podré irme sin darte el anillo.

Su mano derecha se alza débilmente donde se postra un anillo, con un rubí enorme en un aro de oro blanco; por donde recorre un perno de un metal extraño, grabado en un lenguaje muy antiguo, atraviesa el hueso del dedo medio dejando ese apéndice inútil pero con la función de no perder el anillo. El joven alza delicadamente la anciana mano e intenta zafar el preciado tesoro, pero el viejo regresa de su letargo.

— ¡NO!  Debes cortarlo sino ¡LO LIBERARAS!

— ¿De qué me hablas?

— ¡DE EL! Si lo liberas, su ira nos destruirá a todos; no hay tiempo para contártelo todo, ni hay manera de hacerlo, así que córtalo y jamás separes el perno del dedo eso lo CONTIENE.

Año 1556 D.C

El Imperio Otomano rige el mundo conocido, los pocos que no han sido sometidos se han aliado contra ellos; Britanos, clanes africanos, mongoles y los pocos romanos que quedan; han formado una punta de lanza y la batalla decisiva es hoy.

La alianza ha logrado llegar a las puertas de Al Azira por asalto, intentan tomar al Rey para destruir el Imperio desde sus raíces y no contemplar una larga guerra contra sus generales. El rey no teme a estas huestes y deja pocos soldados a su defensa, el visir llega y le informa al rey los ejércitos están en la muralla.

— Mi señor las Torres de Asedio se acercan

El soberbio monarca se alza, se encamina a la muralla, las flechas vuelan en una lluvia de saetas pero sus escuderos lo protegen. En su presunción, no lleva armadura ni protecciones; solo el anillo que alguna vez fuera de su más antiguo ancestro, pasado a el por su padre, como el padre de su padre alguna vez lo hizo, y así por siglos y siglos.

Se alza sobra la muralla y se coloca el anillo, la energía fluye y se expande por toda la muralla, todo aquel que toca las piedras con que está hecha se convierte en huesos, sin rastros de sangre o carne, el rey sonríe ante su poder, su soberbia, confiado en que nadie puede retarlo.

Entre los atacantes, un joven de 15 años se acerca luego de ver lo sucedido; muchos de sus compañeros se apartan de la muralla que refulgiese en dorado. Se levanta en la montaña de huesos, trepando hacia la torre de asedio, mancillando los huesos de sus compañeros de batalla sin el más mínimo respeto. Intenta no tocar la muralla, sabiendo lo que puede pasar, el joven ata una cuerda a su cintura, arrojándose al vacio con su cimitarra;  en pleno vuelo la arroja entre una lluvia de flechas de los escuderos del sultán. Intentando cortar la cabeza del sultán; las flechas le propinan tres heridas pero la cimitarra vuela ferozmente cruzando la distancia, donde el azar actúa como siempre lo ha hecho.

Falla su intento de decapitarlo, y se acerca mortalmente a la muralla que habrá de convertirlo en huesos que se blanquearan al sol, por años.

El Sultán ríe ante la estúpida acción de un ingenuo niño que no conoce el poder que ejerce el anillo, confiado y riendo el Sultán solo sostiene su mano frente a él, usando el poder del anillo, puede ver como la cimitarra se acerca así su persona pero no cerca de su cuerpo, es en ese instante que un susurro se escucha en su mente.

— Es tu turno

El sultán Puede sentir como la mano que sostiene el anillo mágico se alza contra su voluntad, interponiéndose en el camino de la cimitarra cercenándola ante la mirada de asombro del Sultán, que intenta no sentir el dolor y busca atraparla con su otra mano.

El joven se sujeta de la muralla que ahora ha perdido su poder, mientras la mano cae al vacio del la montaña de huesos, entre los alaridos de su antiguo dueño, que no sostiene su brazo herido sino que se acerca al filo de la muralla para ver como el anillo se pierde en la montaña de huesos, e intenta arrojarse tras ella;  sus escuderos que desconocen su secreto se lo impiden, no prestan atención a sus ordenes solo lo toman y lo jalan hacia dentro del palacio, sin lograr evitar que lo arrastren.

Los soldados pueden notar que las murallas han perdido su magia, las torres avanzan una vez más; el asedio se concreta, el Sultán es llevado a sus habitaciones contra su voluntad, un medico intenta parar la hemorragia pero este se niega a que lo atiendan, sabe que sin el anillo, la derrota es clara.

La débil guardia pronto es abatida por el incesante número de enemigos que suben por la muralla en un mar de cadáveres que adornaran las murallas por días.

El impero cae por fin.

Horas más tarde el banquete de la victoria ha tomado lugar al centro del palacio, donde se han provisto ejecuciones contra los vencidos, toda la casta noble habrá de pasar por la cimitarra del verdugo.

No quedará nadie vivo luego de esta noche,  enseguida cada cabeza infringe una halito de vítores a los presentes, las mujeres de la nobleza han sido convertidas en compañeras de una noche si sobreviven solo quedaran en la miseria. El vino y la comida corren a raudales, los antiguos sirvientes ahora tienen un nuevo amo. Y un nuevo imperio. El joven que lo hizo posible ha sido llevado a los aposentos del Sultán, donde muchas jóvenes son llevadas a la fuerza para su deleite, barriles de vino fino son llevados hasta el.

El botín yace en una enorme mesa de ébano, ha estado bebiendo y fornicando por días, hasta la llegada de los generales que han desarrollado la estrategia a seguir, al punto donde la política es mas útil que la guerra.

—Bien hecho chico tu suerte te acaba de cambiar para siempre.

— ¿Que desean generales?

—La guerra en sí, ha terminado pero iniciamos otro tipo de enfrentamiento, este nuevo imperio si ha  de subsistir en los primeros meses debemos fortalecer nuestra posiciones y movilizar el ejercito, a pesar de que acabamos con el Sultán, aun tiene muchos aliados que desearan su parte del botín, vendrán por nosotros antes de que  podamos fortalecernos. Debemos actuar, ahora la política es más útil que la espada. Necesitamos someter a los renuentes y darle una cara al imperio, una cara de valentía como la que tú has mostrado para crear un nuevo imperio, ¿de qué raza eres chico?

— Soy ROMANO

 — ¿Y tu nombre?

—CONSTANTINO…… para vosotros seré…. CONSTANTINO, EL GRANDE.