Juego de Rol en Solitario: Okuta(Cairn) Sesión 5

No sé porque Bing le hizo eso al pobre de Paki

Después de un rato los dos hombres registraron la sala. Está se encontraba llena de cascotes y tierra. Se pondría ver unas raíces entre las losas de piedra. Obi estaba preocupado por lo ocurrido, pero Paki seguía siendo un mar de nervios. Hasta el momento, seguía sin entender las razones.

Con aquellos pensamientos el guerrero logró dar con una especie de boquete. Movió algunas piedras y sintió una corriente de aire. Paki acercó la antorcha e iluminó la zona.

—Creo que se puede pasar— sus gestos, sin duda le indicaron a Obi que era su turno de abrir la marcha. Suspiró, guardó bien el látigo y le dedicó una última mirada a la estatua.

El pasillo era estrecho, aunque el techo era alto, lo suficientemente alto para que un grandulón como él se sintiese cómodo.

Llegaron a una encrucijada. El Guerrero miro a Paki buscando apoyo, pero no lo halló.

—Iremos a la derecha— dijo siguiendo una corazonada Paki no se negó

La luz de la antorcha iluminaba el pasillo. El correo, a diferencia de lo visto hasta ahora carecía de cualquier intromisión de la naturaleza. Era gris y uniforme, cualquiera habría pensado que cruzarlo sería fácil. Aun así, Obi se detuvo un momento a observar.

—No me parece nada extraño—Dijo Obi- ¿Ves algo?

La pregunta era y a suerte de desafío para Paki.  Quien le tendió la antorcha a su compañero. Tomo una vara que tenía y comenzó a tantear el suelo y las paredes. Así avanzaron un rato hasta que una de las losas del suelo sonó hueca.

—Hay que evitar esto —dijo— ¿Puedes golpearla con todas tus fuerzas?

Obi gruñó cuál perro mientras mostraba su blanca dentadura, mientras se acercaba a la losa y la golpeaba con fuerza con el mango de su hacha. La losa estalló en pedazo revelando un pozo no muy fondo lleno de estacas.

—Pasemos con cuidado.

El trascurso del recorrido se hizo tedioso para el guerrero, que consideraba una pérdida de tiempo tantear losa por losa. Pero, perder un pie no era tan agradable.

El pasillo desembocó en otra habitación. No había otra opción solo un marco con relieves desgastados por el tiempo y la suciedad. Sombras moviéndose en todas direcciones al ritmo que danzaba la antorcha de Paki.

El calor había aumentado, pero eso poco le preocupaba a Obi. Comenzaba a sentir más miedo de las cosas alrededor o de pensar que toda una ciudad estaba sobre sus cabezas.

Trataron de pasar, Pero el camino se veía cortado por un montón de maderas puestas a modo de puerta. Aquello estaba carcomido y era endeble. Para el hombretón, que alguna vez sufrió el yugo de verse oprimido en unas minas, mover aquellas tablas le resultó esfuerzo alguno. Chirriaron y terminaron por ceder.

Paki se adelantó para iluminar la zona y tratar de ver qué había alrededor, cuando de repente sopló una fuerte brisa y la antorcha se apagó. Obi, tenso se mantuvo en su sitio. Pero Paki, más nervioso que un ratón comenzó a chillar.

—Cálmate hombre —le dijo— rebusca entre tus cosas y saca otra antorcha. Sé que en tu zurrón tienes más de una.

—Casi no puedo ver.

—Entonces tantea. Tomate tu tiempo